Las personas con Alzheimer son susceptibles a ciertos cambios, ya que por su condición, es importante mantener rutinas y horarios que faciliten su día a día. El entorno donde viven es, además, muy importante: tienen ubicados ciertos elementos que pueden utilizar de forma recurrente, y son espacios que conocen bien y que pueden traerles recuerdos, haciendo que se sientan más seguros y tranquilos.

Una mudanza siempre es un proceso difícil y laborioso, que implica bastante tiempo de preparación y gestión, y que puede causar algunos problemas. Para una persona con Alzheimer, una mudanza puede darse por un cambio de domicilio de la persona con quien vive (si convive con un familiar o cuidador), o por una necesidad mayor, como pueda ser una hospitalización o una transición de cuidado a un centro especializado.

Si bien el primero puede ser complejo, la transición a un centro de cuidados es sin duda el que puede presentar más dificultades. Por esta razón, hoy nos gustaría hablar sobre cómo este proceso, y sobre cómo se puede llevar a cabo de forma que afecte lo menos posible a la persona con Alzheimer.

Consejos para hacer una mudanza

El momento de planificar la transición desde el hogar a un centro residencial, no es fácil. Y no lo es porque, además de la dificultad para el propio paciente, también implica que un ser querido que hasta ahora vivía con la familia, pase a vivir a otro lugar.

Pero centrándonos en la experiencia de la persona con Alzheimer, el cambio puede suponer un momento que genere confusión y agitación, ya que pasará de un entorno conocido, con personas conocidas, a uno nuevo y desconocido.

Un hogar es algo muy personal, por lo que crear uno nuevo en un sitio diferente al habitual es todo un reto en algunas ocasiones. Aquí van algunos consejos para facilitar esta transición:

• Prepara un kit con todo lo imprescindible: A veces, menos es más, pero hay ciertos objetos o elementos que pueden ser imprescindibles para una persona. Cada caso puede variar, pero además de la indispensable (como la medicación que pueda necesitar), es importante identificar qué cosas son valiosas para la persona con Alzheimer. Es probable que en el centro residencial tenga menos espacio, por lo que habrá que seleccionar aquello que sea más preciado para el paciente y sea más necesario para su bienestar.

• Visita el centro con anterioridad para que le sea familiar: Visitar el centro, que vea las actividades, al personal, o a otras personas con las que vaya a compartir espacio antes de mudarse, puede facilitar la transición y hacer que ese momento sea menos complicado. También servirá a su entorno para conocer mejor la nueva residencia de su ser querido.

• Habla con el equipo para ponerle al día: Cada persona es un mundo, y cada persona con Alzheimer puede tener alguna necesidad particular que el equipo del centro deba conocer. Otras enfermedades, intolerancias o alergias, tratamientos a seguir… conocer al equipo previamente hará que nosotros estemos más tranquilos al conocer a los profesionales que cuidarán a nuestro familiar o ser querido, y que la persona que vaya a mudarse allí reciba una atención ajustada a sus necesidades.

• Escoge el mejor momento del día para hacer la transición: Como todo el mundo, las personas con Alzheimer pueden tener alguna hora o momento del día en que estén más activas, receptivas y dispuestas a hacer ciertas tareas. Realizar el desplazamiento y transportar sus objetos personales en un momento del día apropiado, puede ser de utilidad.

• Pasa el tiempo que sea necesario ahí: A veces, la mudanza implica pasar menos tiempo con la persona que se ha mudado. Es probable que pasemos de estar muchas horas con ella, a estar bastantes menos. Con el objetivo de minimizar este impacto, es importante disponer del tiempo que podamos dedicar a pasar tiempo allí, para facilitar la transición y reducir el estrés y los nervios que pueden producir este cambio de hogar.

• No esperes al último momento: El Alzheimer y otras demencias avanzan con el paso del tiempo, y aunque la mudanza sea un momento emocionalmente duro para todas las partes, esperar a que la enfermedad esté muy avanzada puede hacer que todo sea más difícil. Es una situación que cada familia debe evaluar de forma personas e individualizada, pero los cambios en las últimas fases de la enfermedad son más difíciles de gestionar.

Como vemos, el momento de la mudanza o la transición a un centro residencial, no es fácil, pero puede que llegue un momento en que sea necesario. Siempre hemos de tener en mente el bienestar de la persona con Alzheimer ante todo, y con el paso de tiempo es probable que no tengamos los medios o el tiempo que requieren sus cuidados.

Consultar con un profesional que nos ayude a gestionar este momento también puede ser de gran utilidad, así como asegurarnos de que dejamos a nuestro ser querido en las mejores manos. La mudanza es una situación que afecta a ambas partes, así que es importante que su entorno se implique y facilite al máximo este momento.