La enfermedad de Alzheimer y la depresión son dos trastornos bien diferenciados, pero que en ciertas ocasiones pueden llegar a confundir incluso a los profesionales.
En las primeras etapas del Alzheimer, los cambios de ánimo son frecuentes en la persona que sufre la enfermedad. En este momento cuando debemos estar atentos a las señales de alerta, y acudir al especialista en caso de dudas. Es importante recordar que un diagnóstico precoz de Alzheimer, nos permitirá ganar meses e incluso años de una mejor calidad de vida para la persona enferma y para su entorno.
Es común que, una vez realizado el diagnóstico de Alzheimer, e incluso antes de que la persona afectada empiece a percibir los signos y síntomas del deterioro cognitivo leve, dicha persona se sienta deprimida. Ambos trastornos tienen algunos síntomas similares, que básicamente son los siguientes:
- Problemas de memoria.
- Trastornos del sueño.
- Pérdida de interés por las aficiones propias.
- Mayor distanciamiento con familiares y amigos.
- Dificultad para mantener la concentración.
Tanto si la persona deprimida ha sido diagnosticada de Alzheimer como si no, se deben tratar los síntomas de la depresión. Para las personas que sufren Alzheimer, sentirse menos deprimidas les ayudará a encarar con una mejor actitud los cambios y las nuevas situaciones derivadas de la enfermedad de Alzheimer.
Para los familiares y cuidadores también es importante que la persona con Alzheimer tenga una actitud positiva, para lo que es muy importante una correcta alimentación y mantener las rutinas de actividad física.
En etapas avanzadas del Alzheimer, es probable que la persona enferma no sea capaz de expresar con claridad sus emociones. El papel del cuidador y del entorno directo es importante para observar y tratar los síntomas de una posible depresión. Si como cuidador observa varios de los siguientes síntomas de forma recurrente en una persona con Alzheimer, es probable que dicha persona esté deprimida:
- Incomodidad o rechazo frente a situaciones de interacción social o al realizar las actividades habituales.
- Permanente estado de ánimo triste y desanimado.
- Trastornos del sueño, que se pueden manifestar con un exceso o una disminución de las horas de sueño.
- Negarse a comer o hacerlo con desánimo.
- Aislamiento social.
- Mayor irritabilidad de la habitual.
- Manifestar sentimientos de inutilidad o culpa en situaciones cotidianas.
- Tener pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.
Es frecuente que las personas con Alzheimer se sientan deprimidas en intervalos de tiempo irregulares. Puede ser que la persona manifieste algunos de los síntomas mencionados durante varios días seguidos, y que pase temporadas de mayor estabilidad emocional.
Actualmente no está clara la relación entre depresión y Alzheimer, pero algunos estudios nos muestran que los cambios biológicos causados por el Alzheimer podrían de algún modo predisponer a la persona a la depresión.
Opciones de tratamiento para la depresión
- Tratamiento farmacológico: Existen medicamentos antidepresivos que tu médico de referencia puede recomendarte para tratar la depresión. Sin embargo, el especialista debe conocer el historial clínico de la persona afectada y es recomendable que consulte con el cuidador en el caso de que la persona esté diagnosticada de Alzheimer.
- Alimentación y actividad física: La actividad física contribuye a la segregación de ciertas hormonas que nos hacen sentir mejor. Es muy importante no interrumpir las rutinas de ejercicio, pues la persona deprimida notará en su estado anímico esta interrupción. Una alimentación variada y equilibrada, también te puede ayudar a estar más predispuesto a realizar tu actividad física diaria.
- Grupos de apoyo: En el caso de mantener las habilidades comunicativas, es muy recomendable acudir a grupos de apoyo como terapia para la depresión. En nuestro mapa de asociaciones podrás encontrar el contacto de personas en tu misma situación.
- Disminuir el aislamiento: Hacer partícipe a la persona deprimida de las actividades familiares y mostrarle de forma clara y directa la importancia de su contribución, es una buena forma de tratar algunos de los síntomas frecuentes de la depresión.
La relación entre Alzheimer y depresión es compleja. A veces puede generar confusión en el diagnóstico, pero los síntomas de ambas enfermedades pueden coexistir. Detectar los síntomas y tratarlos a tiempo tiene un fuerte impacto en la calidad de vida de las personas.
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