El momento del diagnóstico de una enfermedad siempre es complicado, especialmente de aquellas que son crónicas o degenerativas, ya que implica que nos acompañarán durante el resto de nuestras vidas. Existe un amplio abanico de sentimientos que podemos experimentar, que pueden ir desde la negación y la rabia, hasta finalmente la aceptación de un hecho que no podemos cambiar.

En el caso del Alzheimer, el diagnóstico es un momento clave, porque es en punto de partida de una serie de pasos que tendremos que dar para retrasar la enfermedad al máximo, y mejorar nuestra calidad de vida en el futuro. Si bien el diagnóstico temprano permite ganar tiempo y afrontar ciertas situaciones estando en plenas facultades, seguiremos teniendo un proceso emocional y psicológicamente complejo por recorrer.

Entender el Alzheimer para afrontar el diagnóstico

Todos hemos escuchado hablar de Alzheimer alguna vez, o de otros tipos de demencias. Sin embargo, la realidad es que pocas personas conocen realmente la enfermedad y sus síntomas, así como otros aspectos que van ligados a ella que, una vez realizado el diagnóstico, tendremos que empezar a conocer.

Por este motivo, uno de los primeros pasos es entender qué nos ocurre, y que nuestro entorno también lo haga con nosotros. El Alzheimer puede hacer que, con el tiempo, nuestra actitud y nuestra conducta cambie en algunas ocasiones, y por eso es tan importante que sepamos que estos cambios tienen relación con la enfermedad.

Infórmate, conoce bien qué te ocurre y por qué, y comparte tu conocimiento con tus familiares cercanos y seres queridos. Es un proceso que seguramente no vayas a hacer solo.

Prepara todo lo necesario a nivel legal y financiero

Nunca se sabe cuán rápido puede avanzar la enfermedad (aunque sabemos que el tratamiento famarcológico y no farmacológico ayuda a retrasarla). En estos casos, es importante que tengamos toda nuestra documentación preparada por si llegara el momento en que no podemos hacernos cargo de ciertas gestiones. Puede que pase mucho tiempo hasta que eso llegue, pero mejor dejarlo solucionado cuanto antes.

Busca ayuda y apoyo

Afortunadamente, existen muchos recursos a nuestro alcance para recibir asesoramiento, consejo, educación y apoyo a lo largo de la enfermedad. Las diferentes asociaciones de pacientes, por ejemplo, son indispensables para muchas familias, gracias a los servicios que prestan. En las primeras fases de la enfermedad, puede ser útil asistir a grupos de apoyo que organizan estas asociaciones, o recibir asistencia de algún tipo.

Si necesitas apoyo psicológico, también puedes buscar profesionales que ofrezcan este servicio.

Infórmate y planifica

Alimentación, actividad física, ejercicios para retrasar el avance de la enfermedad. Todo lo que pueda ser útil, es importante conocerlo. Qué va mejor y qué es conveniente evitar, qué ayuda y qué no. Conocer todos estos detalles pueden aportar para estar mejor ahora y en el futuro.

Preparar rutinas para las tareas del día a día, conocer los riesgos que hay en casa y fuera de ella (para evitarlos o estar mejor preparados en caso de que fuera necesario), mantener una vida social activa… existen muchas cosas que podemos hacer para mejorar nuestra calidad de vida en el futuro.

Incluye a tus seres queridos en la planificación, ellos deben conocer tu situación y cómo puede transcurrir tu vida en el futuro.

Ten a mano todo lo referente al Alzheimer

Desde tus medicamentos si estás recibiendo tratamiento farmacológico, hasta tu documentación sobre informes médicos, pruebas, etc. Organiza toda la información relevante sobre la enfermedad de forma que sea fácilmente accesible y localizable, para que así lo tengas todo siempre a mano.

Escoge un lugar de la casa donde tener toda la documentación referente a tu salud, y guárdalo siempre ahí.

A grandes rasgos, estos son algunos aspectos para tener en cuenta ante un diagnóstico reciente. Nos gustaría volver a incidir en la importancia de la información y el apoyo, ya que son aspectos clave tanto para ir siempre un paso por delante de la enfermedad en cuanto a la preparación de nuestro estado actual y futuro, como para que la situación no nos cause un mayor impacto emocional y psicológico que pueda hacer que la enfermedad avance más deprisa.

Ya sea por nuestros familiares, amigos, o por los diferentes profesionales y voluntarios que pueden acompañarnos durante todo el camino, conviene saber que no estamos solos.