Tipos de demencias
¿Qué es la demencia?
La demencia es una entidad médica caracterizada por un deterioro de las funciones cognitivas y conductuales previamente adquiridas del individuo. Esta situación condiciona una dependencia de la persona que la padece de su entorno más cercano.
La persona con demencia, por tanto, pierde las capacidades para poder desarrollar los aspectos laborales, sociales y familiares de su vida, así como la capacidad de cuidarse por sí misma necesita la ayuda de un tercero para realizar las actividades de su día a día. Además estas personas sufren con frecuencia cambios en su personalidad y presentan alteraciones en su conducta que repercuten de forma directa en su entorno.
Estadios de la demencia
La demencia, como cualquier enfermedad, tiene diferentes grados o etapas. En las fases más iniciales de la demencia, la persona mantiene la capacidad de realizar las actividades de la vida diaria más básicas, como vestirse, lavarse, ir al aseo o comer. Sin embargo, tiene alterada su capacidad para realizar actividades más complejas, tanto en el ámbito laboral, como doméstico (planificar una comida o un viaje, gestionar sus finanzas, utilizar de forma adecuada los aparatos electrónicos…)
A medida que el grado de demencia progresa, de forma invariable, las actividades de la vida diaria más básicas (relacionadas con la alimentación y el autocuidado) se ven afectadas. Por este motivo, la dependencia de una persona con demencia en etapas avanzadas es mayor que en etapas iniciales.
En las etapas más avanzadas la persona pierde la capacidad tragar, de controlar sus esfínteres y de desplazarse por sí misma, situación que condiciona un paulatino encamamiento de los pacientes. Las complicaciones médicas derivadas de la pérdida de movilidad y de la fragilidad del individuo en este momento hacen que la persona tenga un mayor riesgo de mortalidad.
Causas de demencia
La principal causa de demencia son las enfermedades neurodegenerativas. Entre ellas, la demencia más frecuente es la enfermedad de Alzheimer, que ocasiona un 60% de los casos. Sin embargo, existen otros tipos de demencias neurodegenerativas como la demencia frontotemporal, la demencia por cuerpos de Lewy o la demencia asociada a la enfermedad de Parkinson o la esclerosis lateral amiotrófica. Todas ellas tienen la característica común de ser producidas por el acúmulo de agregados de diferentes proteínas que ocasionan la destrucción de determinados tipos de neuronas.
Cada una de las demencias neurodegenerativas tiene unas características y síntomas propios que las definen. Desgraciadamente, para este grupo de demencias no se conocen tratamientos curativos en la actualidad.
Existe otro gran grupo de demencias de origen no neurodegenerativo que son consecuencia de una enfermedad neurológica o de otro problema médico bien definido. Entre las principales causas de este tipo de demencias están las enfermedades cerebrovasculares (como el ictus isquémico o la hemorragia cerebral), determinadas infecciones, tumores o traumatismos del sistema nervioso central, enfermedades inflamatorias (como la esclerosis múltiple), problemas endocrino-metabólicos (como el hipotiroidismo o los déficits de determinadas vitaminas), el consumo crónicos de alcohol o alteraciones en la dinámica de circulación del líquido cefalorraquídeo (como la hidrocefalia crónica del adulto), entre otras. Lo característico de este grupo de demencias, es que muchas de ellas se pueden revertir con un adecuado y precoz diagnóstico y tratamiento. En otros casos, existen medidas preventivas para disminuir el riesgo de desarrollar estas patologías.
Qué no es característico de la demencia
La persona con demencia mantiene un buen nivel de conciencia, es decir, es una persona que está alerta e interactúa con su entorno. De esta forma, enfermedades que ocasionan una alteración en el nivel de conciencia de la persona, no se consideran causas de demencia. Por ejemplo, un paciente en coma o con un cuadro de confusión generado en el contexto de una enfermedad médica o intoxicación no pueden considerarse causas de demencia.
La demencia ocasiona una merma en las habilidades cognitivas que un individuo ha adquirido previamente. Por tanto, una persona que nace con una determinada enfermedad que limita desde pequeño su desarrollo intelectual no se considera que tenga una demencia.
La demencia: Alcance social y algunas cifras
La demencia es una de las principales causas de discapacidad en el mundo y ocasiona numerosos problemas médicos asociados. Debido al fuerte impacto que la demencia tiene en la persona que la padece y en su entorno, de ella se derivan numerosas consecuencias psicológicas, físicas, laborales, económicas y sociales. En su abordaje deberían implicarse, por tanto, no solamente el sector sanitario sino también agentes sociales, políticos y organismos del sector público y privado.
Las personas con demencia tienen unas necesidades de protección económica, jurídica y legal muy específicas. Además es muy necesaria una adecuada educación y formación en valores de la sociedad en esta enfermedad y en los efectos colaterales que ocasiona. Con frecuencia los pacientes con demencia son estigmatizados, discriminados y son objeto de diferentes tipos de abusos por los pocos recursos cognitivos que tienen y su gran vulnerabilidad y dependencia del entorno.
Se calcula que para el año 2030 habrá unos 76 millones de personas con demencia en el mundo, la mayoría de los cuales serán debidos a la enfermedad de Alzheimer. Esta cifra, para el año 2050 habrá ascendido a 132 millones. Por este motivo, algunos autores se refieren a la demencia como una verdadera “epidemia silenciosa mundial” del siglo XXI. La Organización Mundial de la Salud urge a que los países instauran medidas de prevención y tratamiento de la demencia y que desarrollen programas de investigación en este ámbito de la salud. Según cifras oficiales de este organismo, se calcula que alrededor de un 8% de la población mundial de más de 60 años sufrirá una demencia en algún momento.
En España, según datos de la Sociedad Española de Neurología, se calcula que existen 800.000 personas con la enfermedad de Alzheimer. Esta enfermedad afecta a casi el 35% de nuestros mayores de 85 años y para el año 2050 el número de enfermos ascenderá hasta los casi dos millones de personas. Dado que los pacientes con enfermedad de Alzheimer necesitan cuidados de terceras personas, el coste derivado de atenderlos es elevado. Se estima que en España un paciente con esta enfermedad supone un coste anual que ronda los 30.000-40.000 euros. A medida que la enfermedad avanza, la dependencia aumenta y por tanto el gesto derivado de los cuidados es mayor.
A los gastos “directos” del cuidado de los pacientes, hay que sumarle una larga lista de gastos “indirectos” que deben asumir los familiares de las personas con esta enfermedad. En España, en casi el 80% de los casos el cuidador principal de un enfermo con Alzheimer pertenece al núcleo familiar. El impacto y desgaste psicológico y físico que tienen los cuidadores de los enfermos es de gran magnitud. Con frecuencia muestran síntomas de ansiedad y de tristeza, angustia ante las desconcertantes situaciones que se presentan en el domicilio en el día a día y ante las continuas renuncias personales, laborales y familiares que deben asumir. Habitualmente los cuidadores carecen de formación específica para sumir estos cuidados y se ven sobrepasados por las atenciones constantes que los pacientes necesitan. Por estos motivos, el diagnóstico del Alzheimer trasciende del ámbito médico individual al social y el cuidado de un paciente con Alzheimer debe incluir el cuidado del cuidador principal.
MATERIALES
- Cuadernillos con Ejercicios de estimulación cognitiva de diferentes grados
- Juego del Memory
- Cómic: Tú, yo y el Alzheimer
- Consejos para pacientes y cuidadores
¡Y muchos más!