Las personas con Alzheimer, a medida que avanza la enfermedad, pueden tener dificultades a la hora de realizar actividades cotidianas y básicas, como las relacionadas con su higiene, la alimentación, y otros aspectos del día a día.

Uno de los objetivos del tratamiento, ya sea farmacológico o no farmacológico, es retrasar la pérdida de autonomía e independencia del paciente, y así tener la mejor calidad de vida posible dentro de sus posibilidades. La persona cuidadora, y los profesionales sanitarios que formen parte del tratamiento, pueden contribuir a este objetivo mediante técnicas y ejercicios que estimulen sus funciones cognitivas, pero también de otras formas.

Hoy nos gustaría hablar sobre las actividades diarias de las personas con Alzheimer, y sobre cómo podemos adaptarlas (y adaptarnos) para que sean capaces de llevarlas a cabo, consiguiendo mantener parte de su autonomía.

El día a día de la persona con Alzheimer

Todas las personas, indistintamente de su condición, realizan una serie de acciones y actividades de forma diaria. Estas acciones pueden ser casi mecánicas cuando no tenemos ningún impedimento a la hora de realizarlas, pero pueden suponer todo un reto en algunas situaciones, como las que puede vivir una persona con Alzheimer.

La convivencia con una persona con Alzheimer también puede suponer un reto para la persona cuidadora, pero es importante que, en la medida de lo posible, involucre al paciente en las diferentes tareas que se llevan a cabo a diario en el hogar.

“No podemos olvidar la importancia que tiene la persona cuidadora, y su estado anímico y mental, para proporcionar los mejores cuidados posibles.”

Hay que tener en cuenta que cada persona con Alzheimer es diferente, y que cada fase de la enfermedad implicará cambios y la necesidad de adaptarnos a nuevas situaciones, por lo que las recomendaciones pueden ser un poco generales, y siempre habrá que atenerse a cada caso de forma particular.

También hay que contar con la adaptación del hogar a la persona con Alzheimer, especialmente en zonas de la casa donde pueda haber más riesgo, como en la cocina o en el baño, para evitar caídas, lesiones, y otro tipo de accidentes domésticos.

Recomendaciones para adaptar el día a día de una persona con Alzheimer

El día a día de una persona con Alzheimer, dependiendo de cuán avanzada esté la enfermedad, puede que no sea tan diferente al de otras personas de su edad. En ocasiones anteriores hemos hablado de la importancia de mantener una rutina, ya que esta puede ayudar a la gestión de las diferentes tareas, a recordar lo que hay que hacer en cada momento, y a aligerar la carga del cuidador, por lo que siempre será una buena idea seguir una rutina, e incorporar a la persona con Alzheimer a las diferentes actividades a realizar.

Estas son algunas recomendaciones que pueden ser de utilidad:

• Simplifica las tareas: Reducir el número de pasos para llevar a cabo una tarea, ordenar previamente los utensilios o elementos que sean necesarios para la actividad (cocinar algo sencillo, o vestirse), puede ayudar a que la persona con Alzheimer pueda participar y ser de ayuda.
• Supervisa y ayuda: En algunos casos, puedeque la tarea a realizar no sea compleja o no requiera de la intervención de la persona cuidadora. Si no necesita ayuda, podemos ofrecerla sin interrumpir, y solo interviniendo en caso de que fuera necesario o lo pidiera.
• Que decida cómo quiere participar: No debemos forzar a que participe, o a que no participe (salvo que no sea recomendable o corra algún riesgo). Es bueno que intervenga, pero eso no significa que deba ser de forma activa si no quiere.
• Evita la frustración: Tanto la de la persona con Alzheimer, como la de la persona cuidadora. La idea de realizar actividades conjuntamente, o en las que pueda participar, es que suponga un estímulo positivo, y no lo contrario. En el caso de la persona cuidadora, ha de tener en cuenta que probablemente pudiera realizar la tarea más rápido sola, pero el objetivo no es acabar rápido, sino hacer partícipe al paciente.
• Busca la diversión: En la medida de lo posible, es bueno realizar tareas que sean amenas o que tengan algún componente divertido (o que podamos hacer más divertido) para que no pierda las ganas de hacerla en otras ocasiones. No será siempre posible, pero vale la pena intentarlo.

Hay infinidad de tareas a llevar a cabo en casa: desde preparar la comida o la cena, hasta jugar con los niños o las mascotas (si hubiera), e incluso ayudar a ordenar algunos elementos como la ropa, fotos, o lo que necesitemos.

Incorporar este tipo de actividades a la rutina diaria puede ser de utilidad para la persona con Alzheimer, ayudando a estimular sus funciones cognitivas y sociales, su motricidad, y su estado de ánimo al sentirse útil y querido. Conviene recordar que cada caso puede ser muy diferente, y que no siempre será posible involucrarla debido a su situación, que puede tener días mejores y peores.

Es muy importante ser pacientes y cariñosos, y no mostrar enfado o frustración si vemos que hace alguna cosa mal o de forma diferente a como debe hacerse. Puede que tenga alguna dificultad a la hora de recordar cómo se hacía, o que no comprenda bien alguna instrucción, pero no debemos perder de vista el objetivo de que participe en estas actividades.